domingo, 14 de abril de 2013

El Cielo de Salamanca


 Cielo de Salamanca


En los años 50 del pasado siglo cuando se realizaban las obras para celebrar los actos conmemorativos del VII Centenario de la Universidad de Salamanca, se descubrieron unas pinturas en el bóveda de su biblioteca, que no es la actual, si no la que en tiempos estuvo ubicada en lo que hoy es la capilla de San Jerónimo de la Universidad.
Durante el siglo XVI y tras una remodelación el espacio que ocupaba la biblioteca se dividió para dar cabida a la capilla.

Este “Cielo de Salamanca” creado e ideado por el pintor salmantino Fernando Gallego, en el siglo XV, entre 1481 y 1486 empleando una técnica mixta de óleo y temple, estuvo expuesto en la anterior biblioteca de la Universidad, hasta que en 1506 se llevo a cabo la tranformación de la biblioteca dividiendo su espacio para dar cabida a un nuevo retablor mayor para la capilla. Es en esta época cuando las pinturas sufren un importante deterioro con continuos repintes para reparar los daños producidos por las constantes humedades y desconchones. Durante el siglo XVIII, se producen importantes derrumbes en la bóveda de la capilla, afectando a dos de sus tres tramos, lo que obligó a dotar a esta de una nueva cubierta. En 1767 las pinturas quedaron tapadas por una bóveda de cañón construida cuatro metros por debajo de la primitiva. Tras esta nueva remodelación las pinturas quedan casi destruidas en su totalidad.


La obra original ocupaba una superficie de unos 400 metros en la que estaban representados “un cielo estrellado, los planetas y la bóveda celeste con todas las constelaciones del Zodíaco y en ella pintadas y labradas en oro cuarenta y ocho imágenes de la octava esfera, los vientos y casi toda la fábrica y cosas de la astrología". Todo un completo programa astronómico.
Ya en 1953-54 y tras su descubrimiento son restauradas por los hermanos José y Ramón Gudiol Ricart y trasladadas a su actual ubicación en el Patio de Escuelas Menores.

En el “Cielo de Salamanca” están presentes algunos signos zodiacales como Escorpio, con la cola terminada en aguijón, Sagitario mitad hombre y mitad caballo con su arco dispuesto para el disparo, Libra, balanza invertida, representando el equilibrio y la equidad, Leo con las fauces abiertas y melena al viento y Virgo alada y con túnica blanca sosteniendo un lírio en la mano derecha, en el qué el autor para guiarnos en su interpretación pintó las estrella de las constelaciones y bajo ellas el símbolo que los representa. También podemos contemplar a dos dioses planetarios, el Sol, montado en una cuadriga tirada por tres caballos blancos y uno negro (Eoo, Pyrois, Phlegon y ethon), dirigiendo a este a su morada diurna y en el interior de la rueda visible está representada la figura de un león, símbolo solar y Mercurio, con su caduceo en la mano derecha, que viaja en un carro tirado por dos grifos, representados en sus dos ruedas Géminis y Virgo, viajando hacia la noche. 
Tres constelaciones boreales en la parte izquierda: Boyero portando en la mano derecha una lanza y en la izquierda una hoz, Hércules representado desnudo, enarbolando una maza en su mano derecha y en la izquierda a modo de escudo la piel del león Nemea y Serpentario enroscada a la cintura de un hombre al que estrangula y seis constelaciones australes desplegadas por la parte derecha de la bóveda: Hydra junto a un esbelto roble, Corona, Ara (altar) con el fuego de las ofrendas, Centauro hombre con cuerpo de toro que lleva en su mano derecha una cabra en forma de ofrenda y en su lanza una liebre, Crater (vaso) y Cuervo reposando sobre la cola de Hydra
En la parte inferior los vientos, representados por cuatro cabezas soplantes simbolizando el soplo creador, Céfiro, Austro, Euro y Boreas y en la parte superior podemos leer, parte del Salmo VIII, 4 “Videbo celos tuos opera digitorum tuorum, lunam et stellas que tu fundasti” - Veré tus cielos, obra de tus manos, la luna y las estrellas que tú fundaste-. 

"Videbo celos tuos opera digitorum tuorum, lunam et stellas que tu fundasti, quid est homo, quod memor es eius?. Aut filius hominis, quoniam visitas eum? "Al ver tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas, que tú fundaste, Pregunto: ¿qué es el hombre para que lo recuerdes? ¿Qué es el hijo de Adán para que de él te ocupes?" (Salmo VIII, 4)

En el año 2009 se recuperaron dos sinopias que habían sido sustraídas años atrás, cuando se realizaba el desmontaje y restauración de la obra y que representan a las constelaciones de Leo y Centauro, estos fueron los dibujos que el artista realizó sobre el enlucido del muro como preparación de las pinturas.






  • Santiago Sebastián.     Magazine - Historia del  árte hispáníco vol.3, pag 61.
  • Jose Mª. Martínez Frías.  El cielo de Salamanca.
  • Rubén Soto Rivera  Los pétreos biblionautas del Kairós salmantino vol5, número 001, pp 33-64.
  • ABC.es. 16-05-2009. http://www.abc.es/hemeroteca/historico-16-05-2009/abc/CastillaLeon/la-usal-recupera-dos-sinopias-del-cielo-de-salamanca-robadas-en-1950_92940590797.html.

jueves, 4 de abril de 2013

Lunes de Aguas


Corría el año 1497, cuando se estableció en las cercanías del Teso de la Feria, la que por aquellos años sería y hasta su desaparición en 1618, la casa que albergó a las meretrices más buscadas de la ciudad, estamos hablando de la Casa de la Mancebía. Tuvieron que pasar varios años hasta que en 1543 y con la entrada en la ciudad de un jovencísimo Felipe II para formalizar su unión con la princesa María de Portugal, promulgara un edicto en el que establecía que debían recogerse en dicha casa durante el tiempo de Cuaresma y Pasión, todas aquellas mancebas que por un módico precio, se dedicaban a prestar su cuerpo por calles, tabernas y colegios universitarios de esta castellana ciudad, al goce de amar.

Felipe II

Una vez finalizado el tiempo de permanencia de las rameras en la Mancebía, los estudiantes, cada año, bajaban el lunes posterior al domingo de Albillo, en tropel algarabía, hasta las cercanas aguas del Tormes a esperar, que acompañadas por el Padre de la Mancebía, (eufemísticamente bautizado como Padre Putas), fueran devueltas desde el cercano pueblo de Tejares las mundanas mujerzuelas.
Para tal ocasión se ataviaban los universitarios con sus mejores galas y se hacían acompañar de música, vino y comida suficiente para agasajar a tan preciado rebaño. 
Comentaba en sus escritos, allá por el siglo XVII, los primeros que se tienen sobre esta pagana celebración, un jovencísimo Girolamo da Sommaia, como no pudiendo aguantar más la espera algunos estudiantes se embarcaban en pequeños botes y surcando las aguas del río se acercaban a la otra orilla para acompañar en su fluvial trayecto a las imaginamos, sorprendidas prostitutas.
Una vez puesto pie en tierra y al amparo del Puente Romano se desbocaban las más profundas pasiones, reprimidas durante tanto tiempo y con la música el vino y la comida como fiel acompañante se iniciaba una fiesta que más de alguna vez tuvo que ser reprendida por el Maestro Escuela.
Con la desaparición de la Casa de la Mancebía y sin putas a las que ir a esperar, la tan esperada fecha fue dando paso a otro tipo de festejo, esta vez más familiar, en el que se reunen no sólo estudiantes, sino familias enteras, amigos, compañeros de trabajo y gentes venidas de fuera, para seguir celebrando en el campo o en los parques de nuestra ciudad, de otra manera ya no tan lujuriosa, el paso de la aguas, haciendo hueco en la mesa al verdadero protagonista de esta fiesta, el Hornazo.


La primera referencia escrita sobre el Hornazo tal y como lo conocemos, como una empanada rellena de chorizo, lomo y otras carnes la podemos encontrar ya en el siglo XVI. Unos siglos antes más concretamente en el XII, aparecen reflejados en algunos escritos la celebración de una fiesta en la que se comía en el campo, durante el Domingo de Pascua Florida un hornazo acompañado de vino, pero más parece referirse a los alimentos asados en horno o al término “hornazo o dar el hornazo”, que era el agasajo que se le dispensaba al padre predicador una vez acabado el sermón de acción de gracias el día de Pascua y en el que tomaba parte todo el pueblo en campera celebración

Queda lejos ya el tiempo que para poder degustar tan sabroso bocado había que esperar a que pasase la Semana Santa y como en un ritual, las mujeres de la casa se pusieran manos a la obra y embadurnando sus dedos con harina, aceite, levadura, agua y vino blanco y a fuerza de amalgamar, dieran forma a la masa que con el esfuerzo surgía de sus manos.
Los tiempos han cambiado, pero las tradiciones, aunque procedan de un ritual tan poco ejemplarizante como el celebrar la vuelta a nuestras calles de la prostitución, siguen arraigando con fuerza en las nuevas generaciones.
Sea como fuere lo que no nos cabe la menor duda es que no hay celebración campera o familiar, que no se precie de estar engalanada por nuestra comida estrella, el Hornazo salmantino. 





  • El "Lunes de Aguas": (de fiesta y muy salmantina).   Jose Luis Yuste.
  • Historia de Salamanca. Manuel Villar y Macias.
  • La Reina del Tormes: guía histórico-descriptiva de la ciudad del Tormes.  Fernándo Araujo.