miércoles, 8 de octubre de 2014

Aquel amargo Día de la Hispanidad


El 18 de julio de 1936 se perpetra en las provincias africanas la sublevación militar contra el Gobierno establecido democráticamente. El golpe de estado que triunfa inicialmente en dichas provincias y que posteriormente se ira extendiendo por otras peninsulares, inicia de esta manera el fin de la II República Española y el comienzo de una sangrienta Guerra Civil.

Salamanca, bajo el mando del General Manuel García Álvarez, Comandante militar de la plaza, será una de ellas. En las primeras 48 horas los militares golpistas se hacen con el control de la capital primero y posteriormente con el de la Provincia.
Tras el fallecimiento del que parecía iba a ser el máximo responsable del bando sublevado, el General Sanjurjo, es designado el 28 de septiembre, en un aeródromo muy cerca de la capital salmantina, como Generalísimo de todos los ejércitos y jefe del Gobierno del Estado, Francisco Franco. El 1 de octubre es establecida la capital Charra como sede del Cuartel General del Bando Nacional, teniendo su sede en el Palacio Episcopal, cedido para tal fin por el Obispo Pla y Deniel. 
Para festejar este hecho se estableció que en la ciudad se celebrase el Primer Día de la Raza.


Cayó en lunes, aquel 12 de octubre del año 36 y para celebrar el primer Día de La Raza tras el alzamiento del Ejercito Nacional, la Universidad salmantina, se vistió de gala. Esta celebración, transformada en Fiesta Nacional en 1918 por Ley de Alfonso XIII, iba a tener su continuación en esta capital castellana, pero ya con los Ejércitos Nacionales como anfitriones.

Para tal ocasión se cedió el Paraninfo de la Universidad salmantina. En él se congregaron diferentes personalidades tanto de la vida social e intelectual como del recién creado Gobierno Militar, de estos bastantes más. De entre los asistentes podríamos destacar a José María Pemán, invitado personalmente al acto por Unamuno, Carmen Polo, esposa de Franco, Enrique Pla y Deniel Obispo de la ciudad, Unamuno, como Rector y diferentes profesores de la institución académica.


Imagen tomada aquel mismo día.
A las puertas de la Institución había quedado parte de la escolta de Carmen Polo, militares, legionarios, fuerzas del orden y numeroso público, más interesado en ver a las personalidades congregadas que en el acto en sí, la expectación era enorme. Dentro, más publico, casi todo autoridades que no tuvieron cabida dentro de la sala y sobre todo más militares, no era de extrañar ya que a escasos metros estaba ubicado el Cuartel General del Ejercito franquista.

El acto se inició con Don Miguel, anunciando: "Yo presido esta fiesta en nombre del Jefe del Gobierno del Estado",algo que interpretó el General Astray, según sus palabras, como un rechazo a la figura de Franco al no anunciarle como Jefe del Estado.

El que tan sólo unos meses atrás se había significado por el bando golpista, apoyando la causa, creyendo que traería una regeneración de la República y de la situación política en la que se había vivido, acabando con aquella España republicanizada, que quería acabar con la civilización occidental cristiana o imponía ciertas normas por encima del interés general, había visto que tras los primeros meses del golpe de estado, los sublevados se habían convertido en unos sanguinarios asesinos, prueba de ello fueron los fusilamientos de varios de sus amigo entre los que se contaban, el Alcalde de Salamanca por Izquierda Republicana, Casto Prieto, el del Concejal Andrés Manso, el de Salvador Vila alumno suyo muy querido, fusilado en Alfaca, el del pastor protestante Atilano Coco y el que posiblemente más sensación le causó, el del poeta y dramaturgo Federico García Lorca, así como la detención y encarcelamiento de su amigo Filiberto Villalobos.

Sentados junto a él y bajo una imagen en sepia de Franco que colgaba en la pared, se encontraban, Doña Carmen Polo, el General Legionario Millán Astray, Don Benito Jiménez, delegado de Hacienda, Don Manuel del Busto, presidente de la Audiencia, Don Ramón Cibrán, Gobernador Civil, Don Francisco Márquez Presidente de la Diputación, Don Francisco del Valle, Alcalde y el Teniente Coronel Miguel Pérez. El acto se inició con algo de retraso al tener que esperar a que hiciera acto de presencia y ocupara su puesto junto a los anteriormente citados, el Obispo Plá y Deniel.
Inaugurado el evento, se dio paso a los discursos, siendo los oradores los que fueron dando voz a sus ideas, en las que se habló de España, de América, de la Universidad, del momento histórico por el que estaba pasando el País, exaltando sobre todo el valor de la Raza.
Mientras unos y otros fueron realizando sus disertaciones, Don Miguel, fue mascando su discurso final, pues era a él a quien le correspondería cerrar el acto si lo creía conveniente, algo que no tenía del todo decidido. Especialmente desagradable le debió de resultar la intervención del catedrático Maldonado Guevara, cuando con especial vehemencia arremetió contra vascos y catalanes. 
Finalizada su intervención, el Paraninfo se llenó de ¡Vivas a España! y ¡Vivas a la muerte!, grito este último de los militares legionarios, que como guardia pretoriana escoltaban al General Legionario.

El General Millan Astray posiblemente llevado por el ambiente o por los ánimos enardecido que en esos momentos inundan el Paraninfo, lanza a la multitud una más que incendiaria advertencia. Como queda recogido en un periódico de tirada nacional.
"Cataluña y el País Vasco, el País Vasco y Cataluña son cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como un frío bisturí. La carne sana es la tierra, la enferma su gente. El fascismo y el ejército arrancarán a la gente para restaurar en la tierra el sagrado reino nacional. Cada socialista, cada republicano y cada uno de ellos sin excepción y, huelga añadirlo, cada comunista es un rebelde contra el Gobierno Nacional, que será pronto reconocido por los estados totalitarios que nos auxilian a pesar de Francia, democrática Francia y la pérfida Inglaterra. Y entonces o incluso antes, cuando Franco lo quiera y con la ayuda de mis valientes moros, que si bien ayer me destrozaron el cuerpo, hoy merecen la gratitud de mi alma por combatir a los malos españoles. Porque dan la vida por la sagrada religión de España, escoltan a nuestro Caudillo, prenden medallas y Sagrados Corazones en sus albornoces" 

Notas tomadas por D. Miguel aquel día.

Unamuno que se había dedicado a ir tomando notas de todo aquello que posiblemente no le agradaba en el reverso de una carta que le había enviado Enriqueta Carbonel, mujer de Atilano Coco, en la que le pedía que intercediera por su marido, llegó al punto de no poder aguantar más su incomodidad. y haciendo gala de su fuerte personalidad, se levanto de su asiento, casi ya finalizado el acto y dirigiéndose a todos en general y en algunos en particular, exclamó:
"Me conocéis bien y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso, por llamarlo de algún modo, del profesor Maldonado, que se encuentra entre nosotros. Se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de la civilización cristiana; yo mismo lo hice otras veces. Pero no, la nuestra es sólo una guerra incivil. Vencer no es convencer, y hay que convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes llamándolos anti-España; pues bien, con la misma razón pueden ellos decir lo mismo. El señor obispo, lo quiera o no lo quiera, es catalán, nacido en Barcelona, y aquí está para enseñar la doctrina cristiana que no queréis conocer. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao y llevo toda mi vida enseñando la lengua española”

Millan Astray, cojo, manco y con un más que notable parche negro en su ojo derecho, que bien pudiera haber sido la reencarnación de que aquel otro insigne militar, el Almirante Blas de Lezo que diera gloria a España allá por el siglo XVIII, no daba crédito a que alguien se estuviera revolviendo contra las ideas establecidas y echara abajo el acto con un discurso no premeditado, se revuelve en su asiento, se alza y voz en grito exclama: Viva la muerte”
Respondida como por una sola voz por muchos de los allí reunidos.

Sin dejarse amedrentar por los gritos de Millán y todos sus acólitos, Unamuno les dio replica, continuando su discurso.
Acabo de oír el necrófilo e insensato grito "¡Viva la muerte!". Esto me suena lo mismo que "¡Muera la vida!". Y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. Como ha sido proclamada en homenaje al último orador, entiendo que va dirigida a él, si bien de una forma excesiva y tortuosa, como testimonio de que él mismo es un símbolo de la muerte. El general Millán Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no sirven como norma. Desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán Astray pudiera dictar las normas de la psicología de las masas. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era un hombre, no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido, como he dicho, que no tenga esta superioridad de espíritu es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor. El general Millán Astray desea crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por eso quisiera una España mutilada.
"Y tengo que manifestar mi protesta porque damas españolas que dicen ser cristianas y que llevan en sus pechos emblemas que acreditan a que si lo son, se recreen presenciando fusilamientos en esta zona"  
Con la cara desencajada y fuera de sí, realizando más que notables movimientos nerviosos, el fundador de la Legión, intenta hacerse notar por encima del griterío general, algo que le resulta imposible, sólo le escuchan sus voces los más cercanos, entre ellos Unamuno. Parece ser que es en este momento, por que las diferentes versiones se contraponen, cuando el General pide la palabra a Unamuno para poder hablar, siendo denegada con un rotundo: "No hay palabra".  
Iracundo y fuera de sí, Millán Astray suelta"Si esto es inteligencia, muera la inteligencia"
Algunos argumentaron que el dicho fue proferido por José María Pemán-, el siempre lo negó. Algo que también negó el propio General en una entrevista publicada en "El Figaro magazine", acusando de tal infundio a la "propaganda roja", renunciando de esta manera a la autoría de tan desafortunado comentario. 
Y realizando su alegato final proclama:
"Estudiantes Universitarios, los que ahora podéis escucharme y los que no podéis porque estáis en las trincheras defendiendo a Dios y a la Patria. Cuando termine la guerra con la victoria que Dios nos dará, tened mucho cuidado al escuchar la palabra de ciertos hombres que dominan el léxico y con perversa intención, hacen juegos malabares con las palabras y los conceptos, para llevar a vuestros corazones el engaño".
Unamuno,que desde el estrado, continua dando réplica al iracundo General, le responde:
"Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España".

Vivienda de Unamuno en la calle Bordadores
Algunos de los legionarios que acompañaba al General Astray realizan un movimiento intimidatorio, aproximándose al estrado, apuntando, según versiones, con sus armas a Don Miguel. Los abucheos y los gestos amenazadores de algunos de los allí reunidos son más que evidentes, es en ese preciso momento y viendo el cariz que podían tomar los acontecimiento, sobre todo temiendo por la integridad física de Unamuno, cuando la señora de Franco hace llamar a su escolta para que los saquen cuanto antes de allí. Millán Astray, totalmente fuera de sí, le grita furibúndamente: "Dele el brazo a la señora, dele el brazo a la señora".
Carmen Polo coge del brazo al viejo profesor e inician junto con el Obispo el recorrido por los pasillos de la planta baja del histórico edificio que les llevará, por entre una multitud con los brazos alzados realizando el saludo fascista, hasta el vehículo que la estaba esperando en la puerta trasera de la Universidad, junto a la Plaza de Anaya, partiendo hacia la vivienda que ocupaba por aquellos años, el aun todavía Rector, en la otrora vivienda del Regidor Ovalle Prieto, esta según la versión de Hugh Thomas en su libro: La guerra civil española.
Pero según la versión de Millan Astray, don Miguel rehusó darle en un primer momento el brazo a la señora de Franco, cosa que corrigió tras los gritos del General, siendo acompañados por el propio militar hasta la puerta del vehículo. Aquí y continuando con su versión, D. Miguel rechazó ser llevado hasta su vivienda y optó por hacerlo caminando, siendo acompañado hasta ella por el periodista Víctor Ruiz Albéniz, abuelo de Alberto Ruiz Gallardón.

Esa misma tarde Don Miguel, acudió, como lo solía hacer cotidianamente, al casino donde fue nuevamente abucheado por algunas personas. Para evitarle nuevas decepciones, su hijo le conduce a su casa de donde ya apenas volverá a abandonarla hasta su fallecimiento el último día de ese mismo año.


Imagen de la puerta donde se tomó la histórica fotografía.
Como invadidos por el miedo o en el intento de agradar a un régimen que impone sus ideas por la fuerza, pruebas de ello tenían en los fusilamiento de varios de sus miembros varios meses antes ,el Ayuntamiento, destituye de su cargo como Concejal de manera fulminante a Don Miguel. 
Dos días después de celebrado el evento,  ABC de Sevilla se hizo eco de la ceremonia realizada en Salamanca no recogiendo nada de los aquí descrito. Todo, según quedó reflejado en su artículo, resultó ser un brillante acto de exaltación del bando nacional. 

Diez días más tarde el propio Franco firma el decreto por el cual quedaba destituido de su cargo como Rector de la Universidad, tal y como aparece reflejado en el Boletín Oficial del Estado del 28 de octubre, quedando de esta manera relegado de cualquier vinculación  con el Nuevo Estado totalitario. Pero es que se daba el curioso hecho de que también el 28 de agosto lo había sido como Rector de la Universidad por el  Presidente de la II República D. Manuel Azaña siendo repudiado por los dos bandos con apenas dos meses de diferencia. Este segundo cese quedó plasmado en la Gaceta de Madrid.

Años más tarde José María Pemán daría una versión más descafeinada de lo acaecido aquel 12 de octubre, donde desmentía en ella casi todo lo allí sucedido, poniendo en duda otras versiones y sobre todo ciertos hechos.


Cese de Unamuno por el Bando Nacional
Cese de Unamuno por el Gobierno Republicano

























Reseña aparecida en el ABC de Sevilla.



  • La guerra Civil Española. Hugh Thomas

  • La vida de Don Miguel. Emilio Salcedo

  • Unamuno. Diario final. Francisco Blanco Prieto

  • José María Pemán: Pensamiento y trayectoria de un monárquico 1847-1941. Gonzalo Álvarez Chillida
  • Periódico La Vanguardia 
  • http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/2004/08/17/pagina19/33668337/pdf.html
  • Periódico ABC:   
  • http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1964/11/26/003.html
  • Revista El Figaro magazine nº51 10 de octubre de 1995:
  • http://literaturalegionaria.wordpress.com/2011/07/03/revista-le-figaro-millan-astray/

domingo, 9 de febrero de 2014

El Cantón salmantino.

Conseguido el destronamiento de la Reina Isabel II en 1868, se intenta iniciar un nuevo periodo político en España, en forma de Monarquía parlamentaria con la proclamación como Rey, en enero de 1871, de Amadeo de Saboya (Amadeo I). El asesinato de su mayor valedor del General Prim, Presidente del Gobierno y lider del Partido Progresista sumado a unas luchas internas dentro de este mismo partido que debía sustentar su más que endeble posición, unido todo a la más que notoria oposición de los partidos contrarios a su nombramiento como Monarca español, el periodo de Amadeo I finaliza con su abdicación en 1873, dando paso a la I República Española.
Con unas ideas muy progresistas, se intenta establecer este segundo periodo democrático con muy buena intención pero sin demasiado éxito y con demasiadas zancadillas. Las desavenencias entre los Republicanos Federales y los radicales, miembros de la coalición gobernante en la que se sustentaba este nuevo horizonte político, los problemas internos dentro del propio seno del partido republicano y del país, con cuatro presidentes de Gobierno, una asfixiante crisis económica, un paro cada vez mayor, un descontento social generalizado, varias huelgas generales y numerosas revueltas, y dos guerras una Carlista y otra en Cuba, pusieran la paciencia del pueblo y de sus representantes al límite del hastío. A todo esto se puso fin con el golpe de estado del General Pavía , el 3 de enero de 1874, once meses después de haber iniciado su andadura. 

Un mes antes de los hechos que centran esta historia, las Cortes proclamaron (que no sancionaron) la República Democrática Federal, que no era otra cosa que la Nación española estaría compuesta por 17 estados independientes o soberanos, (Cuba y Puerto Rico incluidas), eso quería decir, que contarían para tal fin con independencia económica política y administrativa, llegando incluso si así se establecía aprobar sus propias constituciones. Esto dio pie a que algunas ciudades y pueblos importantes, más de 40, decidieran de "motu propio" y cansados de las decisiones tomadas en Madrid, declarar su independencia,  entre otras Avila, Cartagena, Malaga, Sevilla, Huelva, Murcia, Castellón, Valencia..... Bejar y Salamanca. Y lo que sucedió en nuestra capital fue....

A las cuatro de la mañana de 22 de julio de 1873, repetidos toques de corneta rompen el silencio reinante en las oscuras calles de Salamanca. Los vecinos asombrados y adormecidos comienzan a asomarse a sus ventanas y balcones para intentar descifrar el porqué de tan molesto despertar. No tardan mucho en pasar del asombro a la extrañeza, ¡¡Salamanca se ha declarado Cantón independiente!!. 
Decenas de voluntarios de la república, minutos después de ser requerida su presencia, comienzan a reunirse para marchar hacia la sede del Gobierno Civil, donde se informa al Gobernador, D. Lucas Guerra de la decisión tomada apenas unas horas antes en una reunión secreta, de nombrar a la provincia, Cantón federal independiente. 
En esta reunión con el representante legal de la República estaban los miembros del proclamado "comité de salvación pública":  el diputado Pedro Martín Benitas,  el nombrado jefe militar Joaquín Hernández Agreda, Casimiro García Moyano, Santiago Riesco Ramos e Ignacio Periañez, todos ellos miembros del Partido Republicano, que tras informarle de las decisiones tomadas, le anuncian su destitución por la fuerza, pasando inmediatamente a constituir el Gobierno provisional del Cantón.

Una vez realizada esta primera acción, los grupos de voluntarios se dividen en secciones y cada una con su responsable a la cabeza, inician un rápido despliegue, ocupando los puntos estratégicos de la capital, Casa Consistorial y cárcel provincial entre otros. Unos pocos ocupan el punto más elevado de la capital, la torre de la catedral, otros se encargan de vigilar las entradas y salidas de la ciudad tomando el control de las puertas de la Muralla y los altos de esta misma y los más osados parten raudos hacia donde están acuarteladas las fuerzas del orden, 170 Guardias Civiles, que no pudieron hacer nada por impedir este sublevamiento. Posteriormente serán obligados a abandonar por la fuerza los límites de la ciudad, dirigiéndose estos hacia la capital zamorana.

Con las primeras luces del día grupos de milicianos y algunos voluntarios que se les suman inician la construcción de zanjas y barricadas con grandes maderos, carros y tierra en las entradas de las puertas y en las calles cercanas a ellas, para impedir el acceso y dificultar los movimientos de las tropas leales a la república en caso de que se decidan a contraatacar para restablecer el orden. Desde la Puerta de Zamora acceso principal de la ciudad se construye una de estas zanjas, en las que se podía ocultar un hombre, desde la iglesia de San Marcos hasta el fielato cercano a ella, cubriéndola además con grandes vigas y pedruscos arrancados del pavimento de las calle. 
Es en estas primeras horas de la insurrección cuando muchas de las familias acomodadas, entre las que se encuentran banqueros, industriales y algún que otro político, temiendo que con la excitación del momento las iras y la sensación de impunidad se vuelvan contra ellas, deciden en rápida acción salir de la ciudad para no tener que pasar tan malos momentos como los que sufrieron un lustro antes, cuando en plena revolución de la Gloriosa, algunos exaltados las tomaron con ellos haciéndoles blanco de su rabia.
Vista desde la torre de la Catedral Nueva
Las horas continúan con su lento avance y las noticias de que fuerza militar alguna, como se temía podía suceder, se dirija hacia la ciudad no llegan. Son en estos momentos cuando los ánimos entre los sublevados y sus partidarios recobran nuevas fuerzas, pues hasta el momento no ha habido que lamentar incidente alguno.
Es a  mediodía cuando se comienza a hacer público el manifiesto en los sitios más transitados, por el que se proclama el Cantón. A primeras horas de la tarde, la mayoría de los Concejales por orden del Gobierno provisional toman posesión de sus cargos y a falta de indecentes se resuelve retirar a algunas de las fuerzas de voluntarios para dar cierto aire de normalidad.
Concluye este primer día de independencia en la que se han dado los primeros pasos para establecer el Cantón y sin que hasta el momento las dificultades que tanto se temían hayan hecho acto de presencia.

El día 23 comienza y termina sin apenas noticias. Son ya más de 40 horas desde que se iniciaron los primeros movimientos de secesión y no se tiene constancia de que haya pasado nada reseñable. 
La vida continua y continuará durante estos días su curso casi inalterable en las calles de la ciudad, las tiendas y puestos han abierto como de costumbre, las amas de casa siguen realizando sus compras y sus labores diarias, los colegios continúan impartiendo sus clases y los más curiosos observan  el devenir de los acontecimientos, posiblemente sabiendo que esto no era más que un calentón pasajero y que con el paso del tiempo y la fuerza de las armas, acabaría por imponer cordura entre los sublevados.
Pero al inicio de la mañana día 24 sí que se suceden las noticias. En ellas se informa que la compañía de Guardias Civiles, que un par de días antes había tenido que salir por la fuerza de la ciudad, reforzada por fuerzas de Carabineros han partido desde la capital zamorana con dirección a nuestra ciudad y que desde la capital vallisoletana han salido a marchas forzadas una fuerza militar de más de 5.ooo hombres con todos sus pertrechos  y poderosa artillería. También se rumorea que de la cercana ciudad de Bejar se acercan fuerzas expedicionarias, pero las informaciones son contradictorias, mientras unos hablan de fuerzas amigas otros lo hacen al contrario. 
Con estas malas nuevas, la Junta de Gobierno, situada en la Diputación provincial, celebra una junta extraordinaria en la que informa a los capitanes de los voluntarios de la más que inminente llegada de estas tropas armadas. Para recibir a este ejercito se construyen barricadas con la que hacerlos frente, en los caminos y accesos que unen Salamanca con Zamora y Valladolid, así mismo se da aviso a los vigías que están instalados en la torre de la catedral para que den la voz de alarma en cuanto noten cualquier indicio que haga suponer de la llegada de estas fuerzas. 

En vista de los negros nubarrones que amenazan la ciudad, el alcalde presenta su renuncia, seguramente por la amenaza que suponía la proximidad de fuerzas armadas leales al Gobierno, siendo sustituido por Francisco de la Riva, que lo primero que realiza estrenando su cargo es anunciar a los salmantinos que estará vigilante para que el orden y la integridad tanto del pueblo como de la ciudad se mantenga inalterable. Un grupo de notables salmantinos formado por empresarios y políticos, se reúne con la Junta provisional para intentar evitar a la población las consecuencias de un choque armado y mediar entre acantonados y militares, pero su propuesta únicamente recibió la negativa como respuesta, ¡¡se llevará la decisión adoptada hasta sus últimas consecuencias!!. Para ello se decide hacer ondear la bandera roja en los edificios del Ayuntamiento, catedral y Gobierno Civil y que las fuerzas de voluntarios comiencen a realizar prácticas militares en las eras de las Carmelitas, organizando retenes en la Plaza Mayor y en el Colegio Viejo (Palacio de Anaya)
En unas casas pertenecientes a los Padres Carmelitas, que por aquel entonces era residencia del Dr. Mario García,  se organiza un hospital de sangre asistido por las hermanas de la Caridad. En el resto de hospitales se llevan a cabo preparativos para atender en caso de que los hubiera a los posibles heridos.
Esas últimas horas del día 24 y todo el día siguiente se pasan esperando que de un momento a otro hagan acto de presencia las tropas de la República. 
Colegio Viejo (Palacio de Anaya)
El día 26  para mediar y buscar una solución pacífica llega el Gobernador de Ávila con la intención de convencer y hacer entrar en razón a los miembros de la Junta de Gobierno. De esa reunión poco se sabe, seguramente les expondría los argumentos del Gobierno y les haría saber aunque es bastante seguro que ya estuvieran informados de que la mayoría de los alzamientos cantonales que se habían producido a lo largo del País habían ido uno tras otro extinguiéndose y los que no lo habían hecho hasta el momento no tardaría mucho en caer. Y mientras la reunión se celebra con sus tiras y aflojas las campañas de la Catedral tocan a alarma. En el horizonte comienzan a asomar las fuerzas de carabineros que poco a poco fueron aproximándose y tomando posesión de las tierras cercanas a la muralla.

Tal vez fuera la mediación del Representante del Gobierno, puede que lo fuera la certeza de que poco se podía hacer contra unas tropas mejor preparadas y excelentemente pertrechadas, el caso es que horas más tardes se hizo saber que el recorrido de Salamanca como Cantón independiente había llegado a su fin. 
En la capitulación se acordó que no se tomarían represalias contra ningún miembro de la Junta ni tampoco sobre los Voluntarios que habían asistido a los sublevados, a excepción de lo que dictaminaran los jueces y que el coste de los desperfectos ocasionado por los sublevados, tanto en las calles como en las cercanías de las puertas de la muralla sería sufragados por el Ayuntamiento. El montante final 50.000 reales.
De esta manera tan racional, finalizaron los sueños de emancipación que unos pocos habían llevado a la totalidad de la ciudad salmantina.



  • El sexenio democrático (1868-1874)


  • Revista Castellana nº 22.

  • El Federal salmantino nº 57, 27 de julio de 1873.