martes, 25 de septiembre de 2012

La casa de la Mancebía

A mi amigo Chago, conocedor de muchas de estas historias.
Buen amigo y mejor persona.                                            


                                            
En el siglo XIV, se extiende por toda Europa una ola de moralidad que reglamenta el desempeño de la prostitución. Durante años los distintos estados habían estado luchando para hacer desaparecer de las calles a las mujeres que desempeñaban tan antiguo oficio, fracasando en su intento. Al no poder conseguirlo dictan normas que obligan a las prostitutas a segregarse dentro de un determinado espacio reservado exclusivamente para trabajadoras que ejercen dicho arte. Este afán reglamentista no llegará a España hasta finales del siglo XV, principios del XVI., cuando empiezan a estructurarse normas, auspiciadas por los Reyes Católicos, con una concisa reglamentación para el desempeño de este oficio que se realice dentro de las Casas de Mancebía.
La existencia de mancebías en una ciudad suponía la prohibición absoluta de cualquier otro tipo de prostitución, aunque raramente se llega a cumplir, sobre todo en Salamanca, donde podríamos decir que “lo eran todas las que en ella estaban, pero no estaban en ella todas las que lo eran”, y donde el juego y la prostitución eran un mal muy extendido sobre todo entre la vida estudiantil.
Las mujeres a las que no les interesaba o no podían acatar dichas normas, para poder ejercer su trabajo de otra manera, pintaban sus viviendas de vivos colores o colocaban en sus fachadas vistosos ramos de flores, orientando de esta manera a sus posibles clientes, serán conocidas por este motivo como “rameras”.

Mancebía
La Casa de la Mancebía salmantina estuvo situada extramuros de la ciudad en «el Arrabal allende la puente, á dó dicen los barreros, donde se hace la feria (de ganado) a la esquina del huerto del Mesón de Gonzalo Flores», en el conocido como “Campo de Mancebía”.
Fue otorgada en primera instancia por el príncipe Juan, al mozo de ballestas de los Reyes Católicos, García de Albarrategui, en 1497, pero como al consistorio no le agradó esta decisión, por la cantidad de dinero que podría ganarse con esta clase de negocio, reclamó a los Reyes, dando estos finalmente potestad al Concejo de la ciudad para otorgar dicha titularidad, siendo ofrecida esta al regidor Juan Árias Maldonado. 
Las dos primeras Mancebías creadas en Esapaña fueron las de Valencia y Zaragoza en 1472.


Parte de la ciudad donde estuvo situada la Mancebía.

Para controlar y guardar la Casa de la Mancebía se creó la figura del “Padre de la Mancebía” o más conocido aquí como “Padre Putas”. Nombrado por el Concejo, esta persona era la obligada de hacer guardar las leyes y disposiciones que el municipio dictaba sobre el desempeño de la prostitución dentro de sus paredes. 
Desde el año 1571 se elabora una nueva legislación sobre mancebías que será establecida por la Corona. Estas nuevas leyes son una extensión de las que ya se llevaban a cabo en la ciudad de Sevilla desde 1553.

El “Padre de la Mancebía”, no podía alquilar a mujer alguna ropa de cama, ni fiarle dinero alguno, ni ser fiador de compras, ni entregar ni permitir que por realizar su labor recibiera comida a cambio y debía comprobar que no viniera de otra mancebía con deudas contraídas. Estaba obligado, además, a suministrar a las mujeres alojamiento, comida y fuego en invierno. Tenían prohibido alojar viajeros. Tampoco podía admitir mujer alguna que empeñase su cuerpo para realizar su labor, ni mujer enferma o que no hubiera sido revisada por cirujano. Cuidarse de que los días de fiesta, cuaresma, cuatro témporas y vigilias se ejerciera dentro la prostitución. 
Únicamente podía alquilar a estas mujeres una habitación con: cama de dos colchones, una sábana, dos almohadas, una manta, botica, silla, candil, estera y lo demás, por un real cada día y no más. Debía de cuidar que quienes visitaran a las mancebas fueran únicamente forasteros o solteros de la propia ciudad, prohibiendo el paso a todo hombre casado. Todo esto bajo fuertes multas y penas de azotes, de cárcel o destierro, de no ser cumplido.

Estaba prohibido que se estableciese en el recinto, mesón alguno, ni taberna o jugar a las cartas.Para hacer respetar estar normas el "Padre", podria contratar el servicio de hombres armados o ser el mismo el que las portara.

Tales ordenanzas debían ser expuestas en la propia puerta de la mancebía, lo mismo sucedía con las concernientes a las trabajadoras.

Prostitución en la Edad Media.
Las prostituta que trabajaban en estas mancebías, debían presentarse antes de incorporarse a una de ellas ante la comisión municipal, que la debia dar el visto bueno, no podían ser vecinas de la misma ciudad, ni tener en ella familiares, ni ser casadas, ni mulatas, ni negras y su trabajo sólo podía realizarse dentro del local. 
Cuando salían fuera del burdel, debían de portar "mantillas amarillas cortas, sobre las hayas y no otro hábito", esto servía para poder diferenciarlas de las mujeres honradas. Y una vez oscurecido deberían estar recogidas en dicha casa, sin poder abandonarla para ir a parte alguna.  
Tenían prohibido mantener a rufianes y menos aun el que éstos fuesen alguaciles o empleados de la justicia. Y estaban en la obligación de acudir a misa por lo menos una vez al año.

Como le pasaba al “Padre de la Mancebía”, todo esto bajo fuertes penas de multas y azotes.

Los precios que se cobraba por disfrutar de los servicios de estas mujeres solían oscilar entre el medio real si se hacia encima de la cama, al real si el acto se producía dentro de ella.
La prostitución era más frecuente fuera de las mancebías que dentro de ellas, sobre todo en una ciudad como la nuestra donde existía una efervescente vida estudiantil, siendo junto con Sevilla, una de las ciudades de España donde más abundaban los prostíbulos y lupanares. En la escalera de la Universidad se puede ver algún relieve alegórico sobre el tema.

Escalera de la Universidad de Salamanca.

Cuando llega a la ciudad Felipe II, para casarse con María de Portugal, y ante la gran cantidad de meretrices que desempeñan su labor fuera de la Casa de Mancebía, dicta unas normas de rectitud en las que ordena que toda “mujer pública”, fuera conducida extramuros de la ciudad, a la orilla izquierda del río, donde se encontraba esta casa, durante los días de Cuaresma, devolviéndolas a la ciudad pasada esta. Con la vuelta de las prostitutas, acompañadas en todo momento por el “Padre Putas”, tan celebrada por los estudiantes con algarabías y festejos y algún que otro casado con felicidad disimulada, parte de la vida salmantina volvía a retomar su compás diario.
Con el paso del tiempo las normas y disposiciones sobre Casas de Mancebías se fueron relajando de tal manera que en 1623 Felipe IV, aconsejado por los Jesuitas, que condenaban como delito doctrinal la justificación del fornicio con prostitutas, ordena en una Real Pragmática con fecha 10 de febrero, que todas las mancebías del país debían ser cerradas, lo que conlleva que toda la prostitución sea realizada en las calles y las mancebas se vean sometidas por individuos de baja estopa.
"Ordenamos y mandamos que, en adelante, en ninguna ciudad, ni villa, ni aldea de nuestros reinos, se pueda tolerar, y que, en efecto, no se tolere, lugar alguno de desorden, ninguna casa pública donde las mujeres trafiquen con sus cuerpos. Nos, prohibimos e interdecimos estas casas y ordenamos la supresión de las que existen. Encargamos asimismo a nuestros consejeros vigilen con particular cuidado la ejecución de este decreto, como una cosa de grande importancia, y a las justicias el ejecutarlo cada uno en su jurisdicción, bajo pena, para los jueces que toleren estas casas o las autoricen en cualquier lugar que sea, de ser condenados por este hecho a la privación de su empleo y a una multa de 50.000 maravedís, aplicables: un tercio a nuestra cámara, uno al juez y otro al denunciador; y queremos que el contenido de esta ley se ponga por capítulo de residencia."
Una vez abandonada definitivamente la Mancebía salmantina, la vivienda fue incendiada y su recuerdo pasó a formar parte de la historia de la ciudad. Tres años más tarde una fuerte crecida del Tormes acabará con los restos que aun quedaban. 



  • Historia de Salamanca.   Manuel Villar y Macias.
  • Casas de mancebía y meretrices callejeras.   Isaura Varela González.
  • Formas y funciones de la prostitución hispánica en la edad moderna: el caso andaluz. Andres Moreno Mengíbar.    Francisco Vázquez García.

1 comentario :

  1. Gracias Manolo por dedicarme esta entrada, me ha hecho mucha ilusión... para completarla te pongo estos versos de JOSÉ DE ESPRONCEDA:

    "Y desnuda su cuerpo antes del acto,
    y te enseña sus pechos y su nido,
    y de sus manos el suave tacto
    pone tu miembro varonil erguido;
    cumple las condicioens de su pacto
    sacando leche, y cuando te ha venido,
    limpia con agua tu emporado pijo
    como una madre limpiaría a su hijo."

    LA MUJER, Canto V, La Mujer Pública

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